Se cuenta que la doncella Iztaccihuatl era una princesa, la cual por ser la más hermosa sería sacrificada a los dioses para las buenas cosechas, sin embargo un guerrero llamado Popocatepetl la amaba y no podía permitir que la sacrificaran. Así, para evitarlo, decidió huir con ella, pero cuando escapaban, los guardias los descubrieron y una flecha hirió a la princesa, su amado la tomo en brazos y continuó corriendo.¿Qué es ese sentimiento tan potente, tan común pero tan extraordinario a la vez al que definen como amor? Esa sensación en el cuerpo que se tiene cuando se está con la persona indicada, que ha llevado a un sin fin de héroes a luchar contra las más grandes adversidades solo por un momento con el o ella.
Una vez lejos, a salvo, la recostó sobre el campo jurándole que la cuidaría por siempre, que esperaría hasta que ella despertará de su sueño para poder continuar viviendo su amor.
El guerrero arroja fuego sobre la tierra con una rabia ciega por la pérdida de su amada.
Hay historias en todo cultura sobre las muestras de amor más puras, nobles y hermosas que uno pueda realizar, por supuesto la gran mayoría son una invención o una exageración de los hechos; pero la reflexión a que nos lleva es y debe ser profunda e inconclusa.
Para ahondar en ello es preciso saber que es el amor. Y he ahí que encontramos el primer escollo: es muy difícil definir ese conjunto de sensaciones, realidades e ilusiones que el amor nos brinda. La palabra en sí, tan poderosa como ha sido hecha por el marketing actual, me parece una grandísima limitación para referirnos estado tan polimórfico.
Y lo es porque el amor cambia dependiendo de la persona que lo siente, habemos más de 6 billones de seres humanos en el planeta, pero cambia más aun dependiendo de la persona por la cual se siente o el momento del cual se está hablando, esto lo convierte en un ente con un infinito numero de caras.
Supongo pues, que el amor es un sentimiento real que forma parte de la naturaleza humana. Sin embargo pareciera ser constituido casi enteramente por el sentimiento colectivo al cual está sujeto, es decir, en la cultura occidental no hay quien no sepa quiénes fueron Romeo y Julieta o Elena de Troya y Paris; por parte de la cultura pop de nuestro siglo todos tenemos grabada en la mente la escena de la película Ghost, en la que los protagonistas hacen una figura de arcilla, o la escena en que Kevin Costner protege a Whitney Houston de un atentado en la película el guardaespaldas. A nivel mas regional en México las historias de amor imposibles nos han bombardeado desde la infancia desde Pepe el Toro y su Chorreada, hasta Mari Mar y… cualquiera que fuera su coprotagonista (lo desconozco y no lo voy a averiguar).
Siendo o no parte de este culto masivo al Dios Eros es completamente imposible ir por la vida sin ser tocado por el anhelo de enamorarse y vivir feliz por siempre, con un príncipe azul o una princesa encantada. Más de una vez el amor me ha decepcionado por esa simple razón, yo siempre he esperado sentir aquello tan maravilloso que experimentará Hamlet por Ofelia (sobra decir que Hamlet es mi personaje favorito de toda la obra de Shakespeare) y no es que me este quejando, he sentido cosas maravillosas por las mujeres importantes de mi vida; y sin embargo mas de una vez me descubrí melancólico en busca de un sentimiento tan puro, tan perfecto como el de Ana Karenina y Bronsky, de la obra de Tolstoi.
El segundo gran problema con el amor “contemporáneo” es mucho mas contundente: muchas personas, incluido yo mismo, estamos convencidos de que “allá afuera esta nuestra pareja ideal” es persona cuya imagen al posarse en nuestra mirada nos “enamorará perdidamente” y ella corresponderá, nos casaremos y la vida será poco menos que perfecta. En cuanto a esto incluso a veces tenemos la ilusión de que justamente conocimos a esa persona y esta a nuestro lado, y el gran destino decidió que iría con nosotros a la misma escuela, al mismo trabajo o que aquella noche tan especial tomaría la misma combi que uno.
Cosa harto improbable si uno se sujeta a la idea de que hay una sola persona en el mundo apropiada. Es decir es cinco veces más probable que ella o él hubiesen nacido en China que en México y diez veces más probable que esa persona viviera en provincia que en la ciudad de México. Después de todo es una persona de entre seis billones de habitantes si se hace el cálculo sale un numerito después del punto decimal y más de veinte ceros.
Pero aun después de esto habrá millones de personas convencidas de que estoy en un error. ¿Qué las llevaría a ir en contra de la lógica y la ley de la probabilidad? ¿Qué es lo que se necesita para acabar de pensar que se está con la persona ideal? Después de una sugestión constante e implacable como a la que hemos sido sometidos solo se necesita un pequeño empujón para caer, el cual se puede dar de manera aleatoria. En algún punto de la relación por cualquier motivo súbitamente experimentamos “la magia del amor”, es decir nuestra glándula pituitaria decide que aquello amerita un pasón de dopamina, oxitocina y varias otras hormonas, las cuales generan adicción de inmediato. Como simples yonquis buscamos otra dosis, y otra más; muchas veces a pesar de nosotros mismos. Razón por la cual los despechados buscan refugio en las barras de chocolate, alimento que estimula la liberación de estas hormonas.
¿A qué conclusión se puede llegar pues, después de un análisis como este? Pues a ninguna el amor existe y es importante para la vida síquica de un individuo, sin embargo el amor proverbial del que nos cuentas las grandes tragedias de la cultura, existe ahí en la imaginación colectiva, donde una vez que se instalo vivirá hasta los últimos días de la humanidad a un lado de las religiones, los vampiros, los fantasmas y la selección mexicana de futbol campeona del mundo…
Y sin embargo todavía tengo esperanzas de algún día conocer esa hermosa asiática que ponga fin a mis sufrimientos y me haga ser feliz por siempre jamás. Creo que mañana empiezo con el mandarín.